¿A dónde vamos?
Hace un tiempo empecé a escribir sobre distopías e incluso inventé un par de relatos en este mismo blog. Ahora que ya estamos dentro de una distopía se me han quitado las ganas de escribir.
En una época en la que tendemos a sobreanalizar todo, este exceso de tiempo libre me está resultando contraproducente. Especialmente porque no tenía ningún plan de los llamados «para cuando tenga tiempo».
Dicho de otra manera, esta cuarentena/confinamiento/granHermano me ha pillado con el pie cambiado. Al menos sigo sano físicamente, de la cabeza quizás no tanto pero eso ya era un problema antes de esta pandemia.
No veo que la sociedad esté tendiendo a unirse, ni que vaya a mejor. Lo que veo es que los extremos se van escorando aún más, de manera que las buena gente está dando lo mejor de sí mismo pero los malnacidos lo están siendo en grado supremo.
Quizás lo mejor que pueda pasar este año 2020 es que me despierte mañana y en lugar de ser el día de la marmota otra vez me despierte el 1 de enero de 2021. Reiniciamos la cabeza, aquí no ha pasado nada y seguimos viviendo en la «normalidad».
Quizás la «normalidad» no era tal, sino más bien exactamente lo contrario. Estábamos (estamos) viviendo de una manera anormal e irresponsable, destrozando el planeta donde vivimos sin tener un plan B. Si destruimos este planeta, no hay otro al que ir.
No estoy pensando en qué hacer «cuando esto acabe», porque probablemente ese «esto» es la nueva realidad a partir de ahora. A día de hoy no soy nada optimista, pero estaré encantado de que alguien me dé algún buen motivo para que me haga cambiar de idea.
1 respuesta
[…] ahora qué? No he cambiado de opinión respecto al post anterior que escribí. No obstante mi situación personal ha mejorado un poco las últimas semanas. Eso sí, […]