El segundo retorno
Hace ya unos días que cogí un vuelo sólo de ida (o quizá, sólo de vuelta) a España. Esta vez ha sido algo planeado, no como hace 4 años, pero el resultado es que he vuelto al punto de partida: Zaragoza.
La segunda y última aventura irlandesa ha terminado con un sabor un tanto agridulce. La parte dulce sin duda alguna es el trabajo que tuve allá y que sigo teniendo a día de hoy, pero ahora trabajando en remoto.
En la parte «agria» destacan los problemas que hemos tenido allá con los caseros. Los irlandeses en general son gente amable y divertida, pero hay un buen número de HdP y tengo la desgracia de haberme encontrado con dos de ellos.
¿Y ahora qué? Ahora toca vivir, sin más. Y ser feliz. ¿Es eso posible en Zaragoza? Es evidente que si todo hubiera sido un camino de rosas por aquí no habría emigrado… Y sin embargo he vuelto. Qué vivan las contradicciones.
Voy a intentar abstraerme de la situación política y de otros nubarrones que veo por el horizonte. Es más, a día de hoy me siento en paz conmigo mismo, incluso estoy optimista. Ayuda mucho el hecho de estar en la mejor compañía posible 🙂