Sumtyls – Parte 4

Viene de la parte 3

La noche de Saint Patrick’s fuera de Irlanda era una oportunidad para que gente como Irene, Cristina, Raquel, Raquelina y Covadonga descubra parte de la cultura de ese país. Sí, de la cultura del pub, de juntarse amigos y familiares junto a un número indefinido de pintas de cerveza u otras bebidas.

Excepto Cristina, el resto de amigas del «Quinteto de cuerda» no estaban demasiado acostumbradas a tomar cerveza cuando salían de fiesta. No obstante, ese día se dejaron llevar por el ambiente del Trisquel y de Covadonga tras la barra, que iba repartiendo sin parar regalos, cervezas y algún que otro chupito.

El «Quinteto» tuvo una noche de las que no se olvidan, aunque no todas recordaron lo que había pasado. Dicho de otra manera, la borrachera se descontroló a cierta hora de la noche. Todo iba bien hasta que el novio de Raquelina apareció y a los cinco minutos comenzaron a discutir a gritos. Hubo un conato de pelea y la discusión siguió en la calle.

Cristina tuvo más que palabras (en el buen sentido) con un irlandés que pululaba por el pub. Irene y Raquel tuvieron que rechazar a un grupo de gañanes a los que el personal acabó invitando amablemente a desalojar el local. Después de aquello, el último recuerdo lúcido de Irene fue tomar un chupito llamado «Baby Guinness» mientras bailaba con las Raqueles.

Y llegó la mañana siguiente. Irene no sabía cómo había llegado a casa a pesar de que vivía a 10 minutos andando del Trisquel. Tampoco tenía muy claro quién le había puesto la camiseta de Guinness con la que había dormido esa noche. Lo que sí que tenía bastante claro es que la cabeza le estaba mandando señales inequívocas de que iba a sufrir una resaca de campeonato.

Mientras se levantaba a buscar un Ibuprofeno, le pareció oír que alguien salía discretamente del piso. Probablemente, el irlandés. Una vez ingerida la pastilla encendió el móvil, que empezó a pitar avisando de la llegada de unos cuantos mensajes y de un email de un tal «Sumtyls»… Irene miró con cara de terror aquel email que comenzaba diciendo: «Hola Irene, gracias por jugar».

Continúa en la parte 5