NocheMala – Parte 2
Javier miró hacia delante, en dirección a la posición central. Aquel anciano le resultaba extrañamente conocido, pero no terminaba de reconocerle. A su izquierda, la joven Rebeca parecía estar medio drogada además de tener signos evidentes de haber recibido golpes en la cara recientemente.
Un plato indefinible apareció delante de todos los comensales excepto del anciano. Aquello parecía simular una isla en miniatura montada con elementos propios de una ensalada tropical. Los platos aquella noche estaban diseñados por un famoso cocinero televisivo y ejecutados por concursantes de su programa.
Algunos comensales apenas tocaron el primer plato, ni el segundo, ni el tercero… En situaciones como estas no parece el mejor momento para que se abra el apetito. Javier fue comiendo de todos los platos, ya que sabía que no probar alguno de ellos le podía suponer recibir algún golpe por parte de los guardias. Ya recibió un buen puñetazo dos años atrás y no tenía ganas de repetir.
Recibir un puñetazo no era el mayor de los problemas. Si alguno de los comensales intentaba hablar o comunicarse de alguna manera con otras personas o con el exterior podía recibir una descarga eléctrica, además de otra ración de golpes. Y esto seguía sin ser el mayor de los problemas. La peor parte estaba reservada para el final de la velada, que se estaba acercando ya que el postre acababa de llegar.
En sintonía con el resto de los platos, el postre parecía más una obra de arquitectura minimalista que un plato de comida. A Javier le estaba hirviendo la sangre, probablemente como al resto de los comensales, con este despliegue de «alta» cocina. ¿Cuál es el sentido de tener que estar aguantando en agonía una chorrada detrás de otra? Aún es más, este año la «Noche de la Purificación de los Elementos Subversivos» tenía una novedad.
Cada año al finalizar la cena todos los comensales excepto el situado en la posición central tenían que realizar una votación. Este año, como novedad, tenían que hacer otra votación anterior: Cuál de los platos de la cena les había gustado más. Tal y como se les estaba explicando por megafonía, ellos iban a ser el juzgado de una de las pruebas del concurso de cocina que había patrocinado la cena de hoy. Javier no pudo más, se levantó y explotó.
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