La necesidad de aparentar ser feliz
Al igual que comenté en mi último post hace casi tres meses, aquí sigo. Vivo y sano, al igual que entonces. Incluso me atrevería a decir que mi salud mental ha mejorado bastante.
En estos tiempos en los que la sociedad está tendiendo a polarizarse, es normal ver críticas descarnadas de cualquier cosa que no nos gusta pero sin embargo el postureo sigue a la orden del día.
Muchas personas creen que no deben dar jamás un signo de debilidad de cara al exterior. Seguirán subiendo sus fotos en (*) mostrándose felices y satisfechas, llegando a mostrar también mucha carne, la cual puede estar escondida bajo un filtro o un excesivo trabajo «photoshopero».
¿Por qué esta necesidad de aparentar? No importa que se trate de un futbolista descerebrado arrejuntado con una modelo, una choni poligonera o cualquiera con crisis de mediana edad practicando cualquier tipo de disciplina new age porque está de moda en ese momento.
Somos seres sociales, necesitamos aprobación de los demás. El problema es que hemos cambiado a nuestra abuela diciéndonos lo guapos que somos por cualquier desconocido en cualquier parte del mundo que le ha dado al botón de «me gusta» en nuestra última publicación.
Es una lástima que los «likes», corazoncillos y similares no nos dan de comer. Al final no es más que otro tipo de competencia entre la gente que nos mantiene entretenidos un rato mientras (*) va recopilando todo nuestro historial, que luego irá vendiendo para sacar el mayor rendimiento posible de nosotros.
¿Eres feliz? Me alegro, de verdad. Y si no lo eres, no es ningún problema contarlo a los demás. Quizás no es buena idea hacerlo público, pero sí buscar ayuda en la gente cercana y mandar a tomar por saco a la gente detrás de (*).
(*) Insertar red social favorita.
