Caseros irlandeses: Codiciosos y tramposos
Irlanda no es el único país donde el precio del alquiler ha subido como la espuma en los últimos años, pero se puede decir que la situación ha llegado al límite. O al menos eso quiero creer.
Dublín es una de las ciudades más caras de Europa para vivir. Ha ido subiendo puestos en los últimos años y no me extrañaría que llegue el día en el que supere a Londres en ese particular ranking.
Hay una tremenda especulación inmobiliaria. Muchos particulares y los llamados fondos buitre («cuckoo funds» los llaman por aquí) compran vivienda con el único objetivo de alquilarla al mayor precio posible.
Hace 5-6 años, cuando vivía por la capital, ya era típico pasar una especie de casting para alquilar un piso o una simple habitación. Y ya se veían los llamados «pisos patera», con varias personas compartiendo la misma habitación.
Hoy en día, la situación es mucho peor. Los caseros acostumbran a gastar lo mínimo posible en adecuar o reparar las viviendas. Les importa un carajo si hay 10 personas en un piso con dos dormitorios. Y tampoco les importa no declarar el alquiler para pagar menos impuestos o firmar contratos falsos.
Sí, sólo les importa el dinero, y además llevan las de ganar. Es cierto que la legislación cambió para intentar frenar la escalada de precios, pero es puro maquillaje. Quizá ayude el hecho de que quien está en el gobierno tiene claros intereses en el mercado inmobiliario. Las trampas comienzan desde lo más alto de la pirámide del poder.
He conocido gente maravillosa estos años en Irlanda, pero también he conocido la cara B. Hay una tendencia enorme a la trampa, y a codicia desmedida. Me gustaría que cuando explote esta burbuja inmobiliaria se aplique un poco de karma para castigar a los culpables de esta situación, pero estoy seguro de que no será así. El capitalismo tiene estas cosas.
